Hace unos días mi hijo me preguntó si mi trabajo me gustaba. La pregunta me sorprendió. En un segundo me debatí entre la sinceridad extrema (nada en absoluto) o lo políticamente correcto (cariño, el trabajo es necesario, estoy prestando un servicio, gracias a él tenemos dinero para vivir,…). Fui sincera (sin extremismos) y le dije que no demasiado (falsa!!!).
Me miró fijamente, qué te gusta hacer entonces? me dijo. Me gusta escribir, me encantaría dirigir un documental, los libros, el arte, … Con la sabiduría de sus 9 años, me dijo que entonces: «por qué no lo haces?» Me desarmó. Por qué no lo hago?Mi hijo me ve leer, escribir en este blog, ahora me he embarcado en la aventura de dirigir un corto con unas amigas que están tan locas como yo. Y para él es importante, está haciendo pruebas conmigo con los micros, haciendo de modelo para entrevistas,… El otro día en el cole, estaban estudiando las tareas y tenía que hacer un ejercicio en el que pusiera las «tareas» de todas las personas de su familia. A mi me puso entre otras tareas: abrazar, besar, leer cuentos con él y mi documental. Me pareció muy gracioso. Ha visto que es una necesidad para mi y que tengo que hacerlo y me quiere ayudar.
A veces tengo miedo, no sé nada y cuánto por aprender!!! Otras dudo de mi capacidad. Me asaltan sensaciones de que no va a ser posible, que si lo termino no voy a saber montarlo… No voy a saber, no voy a poder, no voy a tener,… Cuánto NO.
Quién dijo miedo, es lo que piensa mi hijo. Seré capaz? esta es mi duda. La respuesta: No tengo nada que perder, pero sí mucho que aprender.