En Píkara, el espacio «El conejo de Alicia», esta vez no ha hablado de feminismo. Lo ha hecho acerca de cómo ser madre de un hijo con altas capacidades. Me reí muchísimo con su lista de las 6 frases que toda madre/padre en esta situación habrá escuchado, no una sino varias veces, a lo largo y ancho de la vida académica de su hija o hijo. Yo os voy a contar mi periplo cuando quien tiene estas «cualidades» es una niña.
Desde siempre mi hija fue brillante, eso sí, ni componía óperas, ni tenía publicados varios libros,.. (;D). Pero qué madre no cree que su hija es especial, que es lo normal que lea perfectamente con 4 años, que desde siempre dibuje bien, que te pregunte cosas, que quiera saber, que experimentara, que escuchara MÚSICA, que tuviera criterio político, que quisiera aprenderlo TODO y leer, siempre LEER. Pues yo pensaba que todas las niñas y niños eran así.
Con 3 y 4 años las profesoras me decían que era muy inteligente. Cuando con 5 años me dijo la profe que mi hija era la única que sabía leer de su clase, tampoco pensé nada, sólo que ella lo había hecho antes, que cada niña o cada niño lleva su ritmo. Y ya se sabe que las comparaciones son odiosas.
Voy a hacer como Alicia, hacer un listado con las 6 mejores frases escuchadas de boca de las maestras y maestros que le han caído en suerte.
1y 2.- En primero de primaria ya tuvo (tuvimos) el primer problema con una profesora. La castigaba mirando a la pared (estoy hablando del año 2009, no flipéis) porque hablaba mucho, estaba dibujando todo el tiempo… «es que la ponga donde la ponga, en todos los sitios molesta». No será que la niña se aburre en clase «lo siento mucho, yo a tu hija no tengo nada más que ofrecerle». Y lo sufrió en sus propias carnes el día que discrepó con la profesora sobre la resolución de un problema de matemáticas, ella tenía una solución diferente y la profesora no sólo se lo dio por mal resuelto sino que la recriminó por ello ante toda la clase. Con esta fantástica docente estuvo dos cursos. A pesar de ella, mi hija fue muy feliz y su hambre por saber crecía, a la par que sus largas piernas.
3.- En tercero y cuarto tuvo una profesora con la que le fue bien, pero me decía que mi hija se despistaba mucho, que charlaba en clase y fue a ella a quien planteé nuevamente, si no sería que se aburría en clase. Me dijo que podía ser, que es cierto que era una niña muy despierta, pero que ella prefería que no fuera así, porque «estxs niñxs tienen muchos problemas para socializar y puede ser que el resto de la clase empiece a desplazarla». Nuestra hija es una niña supersociable y no ha tenido nunca problemas para relacionarse, sabe adaptarse al entorno donde está, porque si hay algo que caracteriza a las niñas con AA.CC. es que no quieren destacar y buscan “la normalidad”, léase anonimato.
4.- En quinto ya fue diagnosticada. Tenía ya en ese entonces un profe mayor, pero que no supo cómo actuar con ella y me dijo que no se hacía nada con esto en Primaria, que era en Secundaria cuando se trabajaba. No obstante, ha sido uno de los mejores profesores que ha tenido, le dejó mucho espacio a su creatividad y libertad para hacer las cosas a su manera.
5.- En sexto su tutora tuvo a bien decirle al orientador que eso de que tuviera altas capacidades estaba por ver, que mi hija aún no le había demostrada nada.
6.- Para el final dejo la conversación más reciente. Ya estamos en secundaria, primero. Cuando llegamos al cole pedí cita con la tutora, pues habían vuelto a evaluar a mi hija (otra vez???) y dando por sentado que ya sabían de sus “poderes”, fui como madre responsable y con ánimo de colaborar y ver si por fin se le iba a hacer una enseñanza adaptada a sus necesidades. Me emplazaron antes de las navidades en la entrega de las notas de la primera evaluación. Me mandaron con la señora/orientadora/directora del centro. Esta profesional empezó por decirme que mi hija no tenía AA.CC., que le pasara yo la información que tenía, porque a ella no le constaba nada y que no tenían noticia en el centro. Imaginad mi sorpresa, no se supone que mi hija tiene un expediente que va con ella allá donde fuere? Pasó después a decirme no una única frase, sino toda una serie que paso a reflejar:
– que lo primero que tenía que hacer era conocer mejor a mi hija y saber qué le gustaba (se supone que soy su madre, la he parido y esas cosas)
– que la apuntara a algún idioma (estudia japonés)
– que podía estudiar algún instrumento (hace quinto de piano)
– que lo que me tenía que preocupar es que mi hija fuera feliz (no entiendo nada)
– que empezara a pintarse (sorpresa)
– que se enamorara (le faltó decir heterosexual, por supuesto)
– y sobre todo que le exigiera sacar TODO sobresaliente, porque esas notas no eran de una niña con AA.CC. (que trabaje más y que produzca para ser feliz, que se adapte al sistema y no al revés).
Por supuesto no me quedé callada durante la conversación, traté de ser educada con aquella señora/orientadora/directora. Pero siempre que hemos buscado compresión en los docentes que han tratado a nuestra hija, hemos encontrado un panorama desolador.
Es por ello que hemos tirado la toalla, el sistema no funciona. Localiza a quienes tienen AA.CC., pero luego, salvo excepciones que no hemos tenido la suerte de encontrar, el sistema ni siquiera los abandona, porque para abandonarlos habría que haber empezado por hacer algo con ellas y ellos.
Le dirigimos a la señora/orientadora/directora un escrito en el que le decíamos que no le íbamos a pasar información sobre algo que nos constaba que estaba a su disposición en el programa de la Junta de Andalucía, que no queríamos que se sometiera nuevamente a nuestra hija a otras pruebas ya que no tenía nada que “demostrar”, que no era necesaria intervención alguna del centro porque nos seguiríamos encargando como hasta ahora de animarla e incentivarla a aprender.
No me gustan las etiquetas, no me gustan las clasificaciones. Me gusta una escuela inclusiva, que dé a cada niña y cada niño lo que necesita, que no deje a nadie atrás, que despierte la curiosidad y el interés, que enseñe a vivir en comunidad y a aceptar la diversidad, también la de mi hija. Una utopía?